Para asegurar el rendimiento de los sistemas de transmisión y distribución eléctrica, las compañías eléctricas obligan a los usuarios finales a controlar el consumo máximo de energía reactiva, tanto de inductiva como de capacitiva. La forma que las compañías eléctricas tienen para contabilizar estos excesos de energía reactiva, es marcando un coseno de phi mínimo. El no llegar a conseguir dicho valor, supondrá un sobrecoste en la factura eléctrica.