Es frecuente encontrarse con personas que, fuera del ámbito de la gestión energética, confundan estos dos conceptos o que los usen como sinónimos. Este es un error muy común porque cuando hablamos de eficiencia energética hacemos referencia a un mejor aprovechamiento de los recursos energéticos de nuestra instalación de forma sostenible.
La eficacia podemos definirla con la consecución de un objetivo o resultado, sin importar si para alcanzar dicho objetivo no se haya hecho un mejor uso de los recursos o que el resultado afecte a los procesos productivos.
En cambio la eficiencia se define como la relación entre los recursos utilizados y los resultados u objetivos conseguidos. Por tanto la eficiencia se logra cuando se emplean menos recursos para la consecución de un objetivo o con los mismos recursos se logran más resultados.
"Por tanto, podemos ser eficaces y no eficientes, y viceversa. Lo perfecto seria ser eficaces y eficientes."